Así, Templo de la Mediación, lo llamó Rubén en nuestra última reunión y, sinceramente conmovida, recordé aquella mañana, casi un año atrás, cuando Alicia había dicho “no va a haber mediación ... esto va a juicio”
También resonaron en mi cabeza las palabras de Rubén- requirente por disminución de cuota alimentaria- , cuando en privado le pregunté si creía que podría mantener, por el bien de sus hijos, un diálogo con Alicia y me contestó: “¡Eso parece idílico! No se puede lograr con Alicia. Yo con ella no hablo, es imposible comunicarme con ella...” Y así se planteó el proceso.
Después de escuchar, en la reunión privada mantenida con cada uno por separado, esas opiniones –de las cuales acabo de exponer sólo un breve recorte- le dije a Alicia:
- Me gustaría explicarte qué es la mediación y qué podemos hacer aquí en la próxima audiencia cuando vengas con tu abogado... En la mediación los protagonistas son ustedes; en esta oportunidad ustedes decidirán como resolver el problema. Yo no voy a decidir, los voy a ayudar a que dialoguen y busquen soluciones...
¿Te gustaría intentar la mediación?
- Si, querría intentarlo.
- Primero los mediadores necesitamos saber si las partes están de acuerdo, si están dispuestas a trabajar con las pautas del proceso. ¿Querés intentarlo?
- Sí, si pudiera resolver esto pronto... mejor... prefiero... Estoy cansada de los juicios.
Y a Rubén le dije:
- Me gustaría explicarte antes que nada en qué consiste un proceso de mediación para que puedas decidir si vas a participar del mismo o no. La mediación es un espacio para que ustedes, con mi ayuda, puedan comunicarse entre sí. No resulta posible pensar un proceso de mediación sin comunicación entre las partes. Yo puedo ayudarlos, pero deberían estar dispuestos a conversar... Estaría dispuesto a intentarlo de este modo?
- No va a ser simple yo le paso la pelota a Ud.
- ¡A mi no me la pase! Yo se la devuelvo a usted. Ustedes son los dueños de este problema. ¡Yo intentaré ayudarlos para ver como manejan la pelota! ¿Quiere trabajar de esta manera?
- Y bueno, probemos. (Y acompañó la respuesta con un lenguaje gestual que indicaba “esto va a ser imposible”)
Al preguntarle a Alicia qué es lo que quisiera lograr en este proceso, contestó en relación a su expectativa económica y completó: “¡Si acá consigo eso sería un milagro!”
Tal vez el lenguaje comenzó a crear los cimientos del templo, donde la transformación se hizo viva. Alumnos de pasantía que presenciaron la última audiencia –casi un año más tarde- creían estar leyendo el libro de Bush y Folger al que muchas veces he escuchado calificar como idílico o utópico.
La primera audiencia se utilizó sólo para generar el empowerment necesario, legitimando un proceso del que se harían cargo. Sólo y nada más que eso.
La segunda audiencia, conjunta y con sus abogados, fue encaminada a la legitimación y el reconocimiento, cada uno pudo expresar lo que le pasaba, lo que sentía frente al conflicto planteado.
En el intercambio se los notaba un poco más relajados aunque Alicia bastante cortante y desconfiada respecto de Rubén.
El propuso una postergación de la audiencia por un tiempo hasta que se definiera un poco más su situación laboral ya que estaba aprendiendo un nuevo oficio y no tenía definido un sueldo, pero si todo fuera bien, “algo cobraría”. Ella dijo que estaba cansada de promesas.
Rubén se mostró molesto por la actitud de Alicia:
- …Yo no me borro, estoy aquí. Nunca me borré. Cuando dejé de pagar fue porque me vino todo junto encima. Se murió mi papá y me quedé sin empleo. Estoy cumpliendo con lo que puedo. ¿Sabés lo que significa no tener un trabajo y que te mantengan? ¿Sabés que el dinero que te doy actualmente me lo da mi mujer? ¿Sabés como me siento con esta situación? Lo estoy intentando, vengo con esta noticia, no es mucho pero al menos estoy con algo concreto que puede salir y mejorar.
Alicia replicó: “Yo también tengo problemas. Tengo que mudarme y no se donde voy a ir...”
Expuestos así parte de sus intereses y necesidades, reformulé el conflicto preguntándoles: “¿Qué cambios podrían efectuar o que decisiones podrían tomar para ayudar en la situación apremiante de Alicia, preocupada por su vivienda y que está a cargo de los chicos, teniendo en cuenta las posibilidades y realidades de Rubén? (El requerimiento era de él por reducción de la cuota alimentaria).
Ese día, finalmente, acordaron un régimen verbal y provisorio de alimentos, hasta la próxima audiencia fijada en 3 meses.
En la tercera audiencia Rubén había cumplido con la cuota pactada verbalmente. Alicia se mostraba un poco más confiada.
Rubén efectuó reconocimientos hacia ella y por primera vez dialogaron cooperativamente. Le propuso acompañarla a hacer un trámite, ya que se acercaba el momento de la mudanza, y hablaron de algunas cosas vinculadas con los chicos sin las dificultades de otros encuentros. Comentaron que en el tiempo transcurrido las cosas habían mejorado y se habían comunicado por primera vez fuera de la mediación.
Luego de varias reuniones acompañándolos, algunas postergadas por la mudanza de Alicia, otras solicitadas por Rubén esperando definiciones laborales y pedidas por los abogados para avanzar en un acuerdo que tenía su complejidad por los antecedentes judiciales del caso, llegamos a la sexta audiencia donde se plasmó aquel “milagro” pensado por Alicia.
Sus expectativas habían quedado cubiertas y no por la fortuna de Rubén –que vendía plantas en un vivero- sino por haberse legitimado en su rol de padre lo que le permitió aportar más allá de su obligación legal. Alicia, después de haber podido expresar su necesidad de auxilio y haber sido escuchada, pudiendo, a la vez, escuchar la realidad de Rubén, apostó con esfuerzo, a la confianza y encontró solución al problema.
Aquella posición “reducción de cuota alimentaria” se tradujo en un acuerdo de alimentos con una cuota final superior a la que pagaba hasta la mediación por sus tres hijos, aún cuando en unos meses su hija mayor cumplía la mayoría de edad y vivía ya con su pareja. Comentaron que ante un inconveniente de Alicia con la nueva locación, Rubén la acompañó a un Centro de Gestión ¡a pedir una mediación!
Recordé aquellas palabras de Alicia, el pedido inicial de Rubén, y les dije: “El milagro de la mediación es que las partes acuerden cosas distintas a las que habían pedido”, a lo que Rubén me contestó: “Cierto que este era el Templo de la Mediación”.
Como en otras oportunidades y casos de mi práctica, tuve la posibilidad de evaluar con las partes el trabajo realizado:
M: Si pudieran hacer una regresión al pasado, a aquel primer encuentro, pueden decirme... ¿Qué les aportó la mediación?
Alicia: Estar contenidos en una estructura... Su seguimiento ayudó a ponernos de acuerdo y a que se cumpla con lo convenido.
M: ¿Qué les parece el espacio de la mediación?
Alicia: Es bueno, me parece muy engorroso hacer juicios...
Rubén: ...Para mí significó la posibilidad de escuchar al otro, no quedarme solo en lo subjetivo mío. A uno se le mezcla la necesidad de uno y la del otro, hay espacio para pensar en el otro. Sirvió mucho escuchar al otro desde otro lugar, eso me ayudó a cambiar mi relación con mis hijos.
Abogada de Alicia: Lo fundamental en la mediación es pacificar los conflictos...
NUESTRA práctica como operadores en situaciónes de conflicto nos enfrenta con el dolor humano y nuestra función es invitar a la tregua, apostar a la palabra y rescatar la esencia “ milagrosa” que todos los seres humanos llevamos dentro. La transformación es posible.
18 agosto, 2010
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Qué impresionante y emotiva experiencia. Gracias por compartirla, porque se ve claramente la posibilidad de "milagros" concretos en la vida diaria. Más allá de la solución de este problema, queda claro que las vidas de Rubén y Alicia ya no serán las mismas, ni entre ellos ni para con los demás.
ResponderEliminarAbrazos!
luiggi.