¿Cómo se vencen los prejuicios?… ¡¡HACIENDO!!
Cuando hace 10 años organicé el diseño de intervención de co-mediación familiar a distancia presentando una metodología de trabajo, insistí en el carácter excepcional de dicha práctica, priorizando siempre el encuentro personal y precisando los supuestos básicos para la realización de la misma desde mi perspectiva y espacio institucional donde el proyecto se gestó. [1]
Pero la pandemia llegó casi sin avisar. ¿Quién podría imaginar que nos encontraríamos en esta situación? Aquellas prácticas iniciadas hace diez años atrás sentaron algunas bases de lo que hoy podemos hacer.
Ante el aislamiento impuesto mundialmente, sin la posibilidad de realizar las mediaciones que cotidianamente hacemos en forma presencial y no habiéndose decidido con claridad el camino a seguir para continuar con nuestra tarea, ¿qué podemos hacer? Fueron llegándome estos días las inquietudes de colegas y de quienes esperan su proceso de mediación. Me lanzo de nuevo a la aventura de creer posible la continuidad de nuestra tarea, ya que para escuchar y posibilitar acuerdos derivados del consenso, los mediadores estamos preparados y entrenados. Deberíamos poder usar las herramientas que tengamos al alcance, sobre todo en épocas de crisis.
Insistí en aquellos años y en el presente, sobre la necesidad de preparación y training de los operadores para estar en condiciones de llevar a cabo un trabajo eficaz y ético que sea reflejo de veracidad y transparencia de las prácticas con herramientas tecnológicas. En estos días se leen y escuchan voces sobre implementar la mediación a distancia, pero estamos aguardando el cómo.
Aquel diseño de intervención y aquella iniciativa, dan lugar a pensar ese cómo. La actualidad nos obliga a dar lugar a la tecnología para no dejar a las personas sin un dispositivo tan valioso como es el proceso de mediación con las particularidades y adaptaciones del caso, a la pandemia mundial y la situación y contexto local.
Hoy, el aislamiento planteado por la crisis y la demanda concreta del servicio no hacen posible la co-mediación con dos partes que en forma presencial se presentaban ante los respectivos mediadores que conforman un equipo y que ACOMPAÑÁNDOLOS realizaban la reunión por medios virtuales. Esa seguirá siendo una práctica exitosa (estadísticamente probada) cuando podamos volver a la normalidad y seguir compartiendo y mostrando las innumerables ventajas de ese modo de operar.
El nuevo contexto a resolver
Partes y mediador, no podemos trasladarnos, debemos quedarnos en casa. La forma de operar será desde nuestros dispositivos y una vasta caja de herramientas tecnológicas, para intentar que la palabra circule, que la disputa se aborde y sea tratada por la imperiosa necesidad de resolverla. Al interior de la familia, de la empresa, de la escuela, del consorcio, de la vecindad el conflicto sigue apareciendo como consecuencia de la interacción humana. Tenemos que poder estar presentes.
Los mediadores necesitamos, desde la FLEXIBILIDAD que distingue al instituto que abrazamos, dar respuesta a la demanda y garantizar el acceso a la justicia más genuina e inmediata: la de las partes, la de sus intereses y necesidades.
Es necesario hacer posible que las partes, los mediadores y los abogados, desde sus intereses y necesidades, sigamos trabajando. Son algunas “malformaciones legales” las que están impidiendo lanzarnos plenamente a la tarea.
Sin embargo, algunos ya lo estamos haciendo... Porque cuando el recurso humano conoce la esencia de su quehacer profesional, encuentra en el dispositivo de la mediación formas de brindar soluciones de la mano de una ética profesional basada en la NEUTRALIDAD, la AUTO-COMPOSICIÓN, la VOLUNTARIEDAD y la CONFIDENCIALIDAD.
¿Qué y cómo notifico? ¿Cómo firman las partes? ¿Cómo labro el acta necesaria para iniciar el proceso? Estas son algunas de las preguntas que frenan la tarea en este contexto.
Hemos caído en nuestra propia trampa, la de deformar lo que aprendimos a hacer y no poder darle forma, pero sí podemos. Podemos, desde lo aprendido, podemos comunicarnos y establecer, telefónicamente o por correo electrónico, contacto con las partes, podemos invitarlas a conversar y sostener con medios tecnológicos esas conversaciones. Podemos, de aquellas experiencias anteriores que nos sirven de base, extremar nuestra expertise en las herramientas comunicacionales, el parafraseo, los resúmenes, las reuniones privadas y sobre todo nuestra ESCUCHA ACTIVA. Escucha a todo volumen para poder entender el mundo de las partes y ser los puentes para acercarlos entre sí y ayudarlos en el proceso de negociación, transformación o nuevas narrativas a que alcancen un acuerdo mutuamente aceptable.
Necesitamos la legitimación, la confianza y el respeto de quienes nos han acreditado como profesionales mediadores para que nuestras actuaciones volcadas en constancias documentales convenientemente confirmadas por los múltiples medios tecnológicos disponibles, adquieran validez.
Quiero traer algunos ejemplos de los acercamientos virtuales de estas últimas semanas en mediaciones en distintos contextos.
I.
Mi práctica privada en la Ciudad de Buenos Aires como mediadora Prejudicial: La abogada requirente y el letrado requerido “Dra queremos avanzar en nuestro proceso pendiente y por el que tenemos una audiencia la semana que viene, ¿qué haremos?”. “Seguir con el proceso si están de acuerdo ”, les dije.
Me comuniqué con ambos abogados para chequear su disponibilidad y las de las partes mediante llamadas telefónicas y audios de whatsapp. Ellos conversaron con sus clientes para comunicar la posibilidad de seguir adelante lo que posibilitó que me comunicara con ellos por esos medios para chequear el estado de cumplimiento de un acuerdo parcial anterior y que íbamos a evaluar en la audiencia programada… ¡y lo evaluamos!
Se conversó con todos los medios referidos, sobre las necesidades actuales de cada parte haciéndolo en forma privada con cada uno y transmitiendo con fidelidad las diferentes perspectivas. El reenvío de audios también sirvió para evitar cualquier malentendido o confusión de interpretación y, a partir de todo ello, creyeron necesaria la fijación de una nueva audiencia para que una obra de albañilería realizada como producto del acuerdo, pudiera ser ponderada en sus efectos con el paso del tiempo.
Llegó el momento de la escena temida: cumplir con la formalidad y así lo hice levantando un acta por nuestro sistema MEPRE con el registro de la presencia virtual de todos y tomando una decisión consensuada con todos los respaldos informáticos.
Realicé el acta mencionada con las observaciones necesarias que dieran certeza a dicho consentimiento, avalado por los correos electrónicos recibidos y el mío propio a las partes con envío del Acta que dio cuenta del encuentro con el compromiso de su firma en la próxima audiencia presencial fijada. Dicho consentimiento es ni más ni menos que la voluntad de las partes y todos estos fundamentos surgen de aquella tarea anterior y que mencionaba al comienzo de esta nota porque ya lo hicimos durante 10 años.
Cuando la VOLUNTARIEDAD está presente y es constitutiva del proceso, cuando la intención de llegar a una solución prevalece en las partes a pesar de las dificultades (el tema traía dos años de gestiones directas infructuosas). Con un proceso organizado y respetuoso, con transmisión de intereses, necesidades, alternativas de cada parte y evaluación de las mismas, surge la claridad de un camino posible y si hay BUENA FE (otro principio rector de las prácticas colaborativas), ¿dónde estaría el obstáculo?
¿Seremos nosotros mismos los que construimos esos obstáculos y los convertimos en las imposibilidades actuales? ¿No serán estas y esta forma de operar más parecidas a aquella época romántica cuando estudiamos, nos capacitamos y nos preparamos para la verdadera mediación 30 años atrás? ¿No será el corsé de las leyes y sus formalidades las que nos impiden seguir trabajando? Sólo preguntas que también me hice en aquella oportunidad y que son una base sustentable para nuestro desafío actual...
Seguramente podrán aparecer dudas frente a conflictos más complejos, pero en 25 años de práctica efectiva y en diferentes y múltiples contextos he comprobado que la complejidad disminuye y se simplifica cuando un tercero preparado y con pasión por su tarea, escucha, clarifica, ayuda a ordenar, a evaluar y a reflexionar con criterios de legitimidad.
II.
Estoy por comenzar en estos días otra mediación familiar con medios tecnológicos donde mi propuesta fue: “empecemos a conversar, no hay porqué esperar a que se levanten las medidas de aislamiento para empezar a escuchar lo que esperan, lo que quieren, lo que necesitan y cuáles son sus perspectivas del problema”. La respuesta fue: “Es que la cosa está tensa entre nosotros es difícil hablar con él, no se si querrá…”.
“Probemos -le dije- nadie viene en armonía con el otro a verme, todos suelen estar asi y alcanzamos acuerdos”.
III.
Ante la paralización de las mediaciones en otro de los lugares en que me desempeño, el Centro Judicial y Extrajudicial de Merlo San Luis, me comuniqué con todas las partes de los legajos con audiencias fijadas a fin de chequear la voluntariedad de algún otro tipo de intervención teniendo aceptación para ello.
Las partes están esperando nuestro quehacer y las autoridades ya estudian el uso de una plataforma para ello. Nuestro sistema informático Iurix permite que el mediador suba al sistema actuaciones, aún una notificación telefónica realizada a las partes para la audiencia. Esto y otras posibilidades del sistema, como nuestra firma digital, ya constituyen avances que permitirían retornar a nuestra tarea con un nuevo diseño de intervención, homologable en otras jurisdicciones.
Reflexiones finales
Aprendimos que los acuerdos pueden ser verbales o escritos, aprendimos que cuando un acuerdo es producto de un proceso donde los intereses y necesidades de las partes se encuentran satisfechos se cumplen!! y poco se acuerdan dónde quedó guardo ese papel...
También aprendimos y enseñamos que las crisis son oportunidades y tal vez ésta crisis nos devuelva la verdadera manera de mediar y recordar la especificidad de ese acto [2] que depende en gran parte de la gestión del operador.
Finalmente, en consonancia con el pedido realizado por la presidenta de nuestra Unión de Mediadores Prejudiciales, pedimos a las autoridades responsables en cada caso, provincia y jurisdicción, que avalen y acompañen nuestro trabajo.
Nos guía la misma osadía y certeza que en aquella oportunidad. Seguramente los jueces después de esta pandemia, si revestimos nuestro quehacer con seriedad y excelencia, y con creatividad y criterio de realidad, homologarán nuestras actuaciones como aquella vez.
Notas
[1] Veracierto, Patricia (2015), CO-MEDIACIÓN FAMILIAR A DISTANCIA - Metodología, redes y acceso. Buenos Aires: Edición independiente.
[2] La especificidad del acto de mediar. Patricia Arechaga en. www.revistalatrama.com.ar edición Número 4 / Abril 2003, El proceso
No hay comentarios:
Publicar un comentario