25 agosto, 2010

> Mediación y Tiempo, una Ecuación Compleja

El tiempo genera cambios. Esto es una realidad en todos los procesos de interacción humana, y la mediación no escapa a ello.
El manejo del tiempo como herramienta del mediador puede resultar poderosa en muchas situaciones, pero no se trata sólo del inexorable paso del tiempo, sino de intervenir y tomar decisiones adecuadas.

Tiempo para el proceso
En numerosas situaciones, las partes —y/o quienes los asisten o acompañan— no están dispuestas a dar ese tiempo indispensable para la verdadera escucha, para explorar intereses y necesidades, para la generación de opciones, para madurar propuestas, para esperar acontecimientos que pueden variar el rumbo del conflicto y muchas otras variables del sistema.

Suenan graciosas —a veces odiosas— repetidas expresiones como: “Dra., mi tiempo vale y yo no puedo fijar una nueva reunión para esto”, “Dra., no vamos a estar otro mes más con esta cuestión, tengo que solucionar este problema.”, Mire, se me hace tarde, hoy falté al trabajo y quiero solucionar esto hoy.”, Ya es la segunda reunión y….”, y tantos apuros que debemos entender, son producto de estar sumergido en el conflicto sin poder ver más que la divergencia que muchas veces (según nos cuentan) lleva años o muchos meses de desgaste sin solución. Estos momentos son nuestro desafío. De hecho, nos sorprende cómo, en tantos casos, luego de esta abrupta cerrazón sobre la que a veces las herramientas no alcanzan, debemos clausurar el proceso sin acuerdo, y al poco tiempo recibimos un llamado telefónico avisando que reabrirán la mediación para seguir trabajando o en una audiencia en el Tribunal, surge el acuerdo que, como propuesta, salió de la mediación.

Una gran oportunidad
Recuerdo que, en un encuentro de mediadores, una colega me contaba cuánto la enojaba y frustraba esta situación. En realidad, deberíamos felicitarnos por respetar los tiempos de las personas que, en la mayoría de los casos, no están listas para pensar también en el interés del otro, para aceptar su co-construcción en el conflicto, para aceptar o generar una propuesta. No se pueden forzar los acuerdos, hay un tiempo de maduración indispensable que, en honor a la neutralidad, debe ser respetado. Un acuerdo forzado, no maduro para las partes, puede generar un alto grado de insatisfacción en alguna de las partes y ésta, con razón, puede terminar culpando al mediador por apurar la resolución del conflicto. Si no logran un acuerdo en la mediación y llegan al Tribunal, nos resta esperar que las partes recuerden que, mucho tiempo antes, el mediador intentó favorecer la reflexión y les dio la oportunidad de resolver el conflicto… pero no la aprovecharon.

El tiempo, ese gran maestro
El tiempo es el encargado de mostrar con crudeza los criterios objetivos que se introducen en los procesos de mediación. Nunca olvidaré unos de mis primeros casos de mediación prejudicial. El requerido, un abogado con un nivel de orgullo y vanidad que no pudo superar durante el proceso, perdió el juicio posterior. Siempre esperé que aquel abogado recordara mis esfuerzos por evaluar, obviamente desde las preguntas y la reflexión, lo inexorable en aquel caso. ¿Cuál habrá sido su sensación al haber tenido que pagar no sólo el capital de condena a la requirente sino también mis honorarios por no haber podido aprovechar el tiempo de la mediación y darse el tiempo de la reflexión? El tiempo es fundamental, aún en situaciones fácticas no previstas.(un día se descompuso la computadora en el momento de preparar las actas de una mediación sin acuerdo. Les pedí que pasaran al día siguiente y al otro día las partes me pidieron continuar con la mediación!) El tiempo en la reflexión del acuerdo arribado que permitirá que se complete adecuadamente, que lo hará sustentable y que permitirá pensar en alguna cuestión tal vez obviada cuando la última audiencia fue muy larga y trabajosa. Ello será la contrapartida de la errónea creencia, a veces escuchada entre mediadores, que cuando las partes llegan al acuerdo hay que firmar rápido antes que pueda caerse.

El tiempo que Alicia concedió al proceso a la espera de las propuestas de trabajo de Rubén en El templo de la mediación. El tiempo que necesitó Pablo en La casita de naipes, el tiempo que permite que sucedan cosas que posibilitan bajar la tensión en los conflictos… El tiempo, siempre el tiempo, y la artesanal manera de permitir que pase…

No hay comentarios:

Publicar un comentario